Melissa officinalis
La Melisa es una planta perenne natural del sur de la cuenca mediterránea y centro Europa que desprende un penetrante y agradable olor a limón, sobre todo cuando se machacan. Sus flores cambian de color según envejecen, al principio son amarillo pálido, luego blancas y al final entre rosadas y azuladas.
Se recolectan sus hojas con tiempo seco y se llevan al secadero en tiempo breve para evitar su exposición al sol y tener una temperatura estable que no sobrepase los 40ºC, manteniendo así todos sus principios activos donde destacan taninos y en su aceite esencial encontramos citral, citroneal y geraniol.
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Propiedades de la Melisa
Sus propiedades pueden dividirse principalmente en dos, en cuanto al sistema nervioso como el sistema digestivo.
Respecto el sistema nervioso, tiene un efecto sedante sobre el mismo por lo que se utiliza para mejorar el estrés, la angustia, el insomnio y demás síntomas de origen nervioso como espasmos musculares y taquicardias. Su uso habitual también ayuda contra casos leves de ansiedad. En casos de anorexia nerviosa, puede resultar positivo como ayudante por sus efectos calmantes. También suele utilizarse para ayudar a controlar la presión arterial.
Respecto el uso relacionado con el sistema digestivo se emplea como regulador de los trastornos gástricos, para ayudar a favorecer la digestión, ayuda contra los retortijones estomacales y la aerofagia además de estimular la secreción biliar.
En casos de dolores lumbares o cervicales, la Melisa puede actuar como un magnífico relajante natural.
Por último, aunque no sea una propiedad, decirte que puedes condimentar tus ensaladas con hojas de Melisa cortadas, les dará un toque muy original.
Cómo preparar una infusión de Melisa
Para tomar una infusión de Melisa se debe de llevar el agua a ebullición, después debemos de retirarla y añadimos una cucharadita por taza, se tapa y se deja reposar sobre unos 15 minutos. Normalmente se toman de 2 a 3 tazas al día.