En China, se dice que fue el emperador Shennong el que accidentalmente descubrió el té en el año 2737 a.C. El estaba paseando debajo de un árbol de té silvestre, con un cuenco de agua hervida, pues por aquel entonces el agua debía hervirse para poderla ingerir y no caer enfermo. Sin darse cuenta el viento hizo que unas hojas de té cayeran en su cuenco y al probarlo quedó fascinado. Descubrió un agradable aroma que le hizo repetir la infusión una y otra vez.
el origen del té como infusión se le atribuye al emperador chino Shennong
Si bien esto es más que una leyenda, en la India tienen su propia versión. El té fue descubierto por el misionero Bodhidharma que fue a China a meditar. Tras varios días sin dormir se comenzó a sentir cansado y paseó entre los árboles de té Bodhidharma masticó unas hojas en su boca y rápido empezó a sentirse lleno de energía.
En Japón la leyenda también tiene de protagonista a Bodhidharma, pero la historia es más dura. Cuenta que el misionero de la India marchó a China a meditar, al igual que la leyenda de la India. Bodhidharma se quedó dormido tras haber estado muchos días despierto en trance. Su enfado fue tal que se cortó los párpados arrojándolos al suelo. De ese lugar nació el árbol del té.
la leyenda japonesa es la más «impactante» de las 3 que llegaron al presente
Sea como fuera, las leyendas y la historia declaran a China como el origen de la Camellia Sinensis. El primer contacto con Europa del té fue en la India con los comerciantes portugueses en el año 1497, pero el primer cargamento de té no entró en Europa hasta el año 1610, en el puerto de Ámsterdam. Desde entonces todos los países europeos poco a poco fueron extendiendo su cultura, factor que sigue ocurriendo aún con países como España o Italia, donde la aventura del té prácticamente acaba de empezar.