Dentro de la gran variedad de vinos que existen, hoy te hablamos del vino blanco. El vino blanco es fácil de distinguir en la copa, por sus color amarillento, y no blanco como su nombre hace entender.
El vino blanco, se suele tomar frío y como aperitivo.
Tradicionalmente suele emplearse como aperitivo, aunque existen algunas variedades dulces o espumosas que también se toman de postre. Según el tipo puede convertirse en un perfecto acompañante para quesos o pescados y mariscos. Por lo general se toma más frío que un vino tinto, aunque también es cuestión de preferencias y variedad del mismo.
Cómo se hace el vino blanco
El producto con el que se hace no hace falta que te lo digamos, ¿no? por si hay algún despistado le recordamos que es de la uva. Existen dos métodos para elaborar vino blanco: con uvas de color claro, es decir verdosas o amarillentas, o bien con uvas tintas.
El vino blanco se puede realizar con uvas de color claro o rosadas.
En el caso de las uvas de color claro se realiza con la uva entera, es decir con la piel, llamada hollejo. En el segundo caso, el de las uvas tintas, se realiza quitando el hollejo y extrayendo la pulpa o jugo de la uva. El hollejo de la uva tinta es rosado pero su interior no, he de ahí el motivo por el que se obtiene un caldo de color amarillento claro.
Existen gran cantidad de vinos blancos muy conocidos en todo el mundo: Sauvignon Blanc, Chardonnay, Riesling o por ejemplo el Albariño, producido en Galicia (España). Un aspecto que quizás hayas observado es que la copa de vino blanco es de forma y tamaño diferente a la empleada para el vino tinto. Las copas de vino tinto son mayores pues el tinto necesita más espacio en el que liberar su oxigeno para desplegar su aroma y sabor.
Al igual que el té, el vino blanco es una bebida milenaria, se estima que se consume desde hace más de 2500 años.